En plena era digital, el dinero en efectivo parece estar luchando por su supervivencia. Cada vez son más las personas que optan por realizar sus compras en línea, pagar con tarjeta o mediante plataformas móviles como PayPal o Apple Pay. La pandemia del COVID-19 también ha influido en esta tendencia, ya que muchos consumidores prefieren evitar las transacciones físicas.
Uno de los principales argumentos a favor de abolir el dinero en efectivo es que reduciría la aparición de delitos relacionados con el dinero físico, como el robo o la falsificación. En una sociedad sin efectivo, los pagos se realizarían de forma electrónica, lo que podría dificultar la comisión de este tipo de delitos.
Pagar con el móvil o la tarjeta puede ser mucho más cómodo y rápido que contar billetes y monedas. Además, eliminando la necesidad de realizar transacciones con efectivo, se podrían reducir las esperas en cajeros automáticos y en las filas de los comercios.
El dinero en efectivo puede dificultar la gestión de las finanzas personales, ya que es más difícil mantener un registro de todos los gastos que se realizan. Eliminando el efectivo, los pagos quedarían registrados de forma electrónica, lo que permitiría llevar un control más detallado y, por tanto, mejorar la gestión de las finanzas personales.
Aunque cada vez son menos, todavía existen personas que no tienen acceso a la tecnología necesaria para realizar pagos electrónicos. Esto podría generar una exclusión financiera de estos ciudadanos, lo que podría agravar las desigualdades sociales.
Cuando realizamos pagos electrónicos, quedan registrados nuestros datos personales, lo que podría afectar a nuestra privacidad. Además, si el control de las transacciones se realizara a través de los bancos, podría generarse una mayor concentración de poder en este sector.
Sin el efectivo, los delincuentes podrían centrarse en atacar los sistemas electrónicos de pago, lo que podría poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos. Además, los problemas técnicos en los sistemas electrónicos también podrían generar molestias y dificultades para realizar transacciones.
Abolir el dinero en efectivo no es una decisión fácil, ya que implica valorar una serie de ventajas e inconvenientes en un terreno tan sensible como el económico. Es necesario estudiar con detenimiento los pros y los contras de esta medida y, en el caso de que se decida implantar, asegurarse de que se lleva a cabo de forma justa y equitativa para todos los ciudadanos.